Los peligros del avalista

Cuando no se dispone del capital suficiente para poder afrontar la comprar de una vivienda, la entidad bancaria puede solicitar un aval financiero. Aunque parezca increíble, a día de hoy continúa existiendo un gran desconocimiento de las responsabilidades que un avalista llega asumir. Para comenzar, destaca el hecho de que se le adjudica el mismo papel que el titular del préstamo de modo que, queda vinculado a la deuda. Sabemos que esto no debe tomarse a la ligera y por eso, desde Apialia Bcn Mar, queremos comentar las precauciones que debe de tomar una persona antes de avalar ningún crédito bancario.

Obviamente la primera es informarse de las condiciones concretas del aval, ya que durante el tiempo que ostente este papel, se pueden producir contingencias que afecten al avalista. Por este motivo, antes de firmar ningún papel, es conveniente saber las consecuencias que puede llegar a contraer, y revisar bien las condiciones de aval por si fuera necesario el tener que negociarlo con la entidad

Actualmente el avalista responde con todos sus bienes, presentes y futuros. Dicha responsabilidad no se extingue con su muerte, ya que, a efectos prácticos, el avalista tiene las mismas obligaciones de pago que el titular y el banco siempre podrá reclamar a cualquiera de los dos indistintamente y, en caso de fallecimiento, a sus herederos. Atendiendo a esta situación, se puede tratar de limitar los bienes a los que el aval afecta, de modo que no tenga que hacer frente a la deuda con todo su patrimonio. Esta garantía también se puede anular cuando se llegue a saldar un porcentaje del crédito hipotecario, siempre y cuando, así conste en la documentación firmada.

También se da una situación en la que es posible declarar la nulidad del aval. Si el bien hipotecado se le adjudica un valor de tasación que sea igual o superior al préstamo que se ha concedido, existiría una sobre garantía. De modo que, si se produjese un impago, el banco podría saldar la deuda y recuperar todo el dinero aportado tras la subasta y sin necesitar recurrir a la figura del avalista.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *