Después de cocinar, casi siempre se vuelve una pesadilla limpiar todo lo que quedó fuera de lugar en la cocina, sobre todo lo que queda repleto de grasa. Y cuando lo dejamos para después se puede volver una tarea aún más tortuosa. Uno de los rincones de la cocina que muchos solemos limpiar con menos frecuencia es el horno, ya que este no suele ser muy visible y hacemos como si no existiera. Como sabemos cuán difícil puede resultar ponernos manos a la obra, te daremos cuatro consejos para que mantengas tu horno limpio y listo para el siguiente plato.
Limpia el horno después de cada uso
Esta es realmente la mejor idea, y es que si lo limpias inmediatamente después de haber horneado, la grasa y los restos de comida no se van a acumular. Bastará limpiar con un trapo húmedo y con un detergente de lavaplatos. ¡Y no habrá grandes complicaciones de grasa más adelante!
Bicarbonato para quitar las manchas
El bicarbonato es un excelente ayudante para quitar esas manchas difíciles que quedan si no limpias el horno justo después de usarlo. Lo que debes prever es que debes aplicarlo y dejarlo durante una hora antes para que pueda hacer efecto. Generalmente, se puede realizar una pasta con bicarbonato de sodio, agua y, en ocasiones, sal. Luego de una hora se limpia con un pañuelo. Si quedan restos blanquecinos, apóyate con el detergente.
Realiza una limpieza profunda
Si tu horno lleva mucho tiempo sin ser aseado y las consecuencias son graves, debes encargarte de realizar una limpieza profunda. Primero, encárgate de quitar todos los restos de comida que encuentres. Luego, procede a retirar todas las bandejas, capas de aluminio o rejillas. Tendrás el terreno despejado para poder hacer una limpieza profesional utilizando productos químicos o naturales desengrasantes.
Utiliza la proyección necesaria
Cuando apliques productos químicos, es importante que utilices los implementos de protección necesarios: guantes, lentes y tapabocas. Es muy importante protegerte de los químicos tóxicos que tienen los productos desengrasantes.